Muchas veces hemos escuchado que el hielo es frío y refrescante, por lo que es común utilizarlo para aliviar dolores en el cuerpo o simplemente para refrescarnos en un día caluroso. Sin embargo, al tocar la piel, puede que sintamos que el hielo “quema” y nos causa una sensación de dolor. Entonces, ¿por qué el hielo quema?
Para entender esta sensación, primero debemos comprender el proceso de congelación. Cuando una sustancia se congela, los átomos que la componen se organizan en una estructura ordenada y cristalina, lo que se traduce en una disminución de la energía cinética de las moléculas. En otras palabras, la congelación es el proceso de pasar de un estado líquido a un estado sólido a medida que las moléculas pierden energía.
Cuando colocamos hielo sobre nuestra piel, se produce un proceso llamado “conducción térmica”. Esto significa que la temperatura del hielo es inferior a la de nuestro cuerpo, por lo que el calor se mueve desde la piel más caliente hacia el hielo más frío, como si fuera una especie de intercambio térmico. Como resultado, la piel pierde calor y se enfría, lo cual puede ser agradable en un día caluroso.
Sin embargo, si sostenemos el hielo sobre la piel durante un tiempo prolongado, la piel pierde demasiado calor y se congela. Y aquí es donde experimentamos la sensación de quemazón en la piel. La congelación de la piel daña las células y los nervios, lo que crea una sensación de dolor. Además, la piel congelada puede formar ampollas, dejando una lesión parecida a una quemadura de segundo grado.
En resumen, cuando sostenemos hielo sobre nuestra piel, experimentamos una sensación inicial de enfriamiento debido a que el hielo absorbe el calor de la piel a través de la conducción térmica. Sin embargo, si prolongamos el contacto, la piel pierde demasiado calor y se congela, lo que da lugar a la sensación de quemazón. Ahora ya sabes la razón detrás de este fenómeno, ¡así que ten cuidado al usar hielo como terapia!